Os esperamos aquí con mucha ilusión, para compartir con vosotros, nuestros poemas y relatos.
Esta será la casa de las letras, de la palabra escrita, donde verteremos nuestros sueños y nuestras emociones, todos los componentes de La "Asociación Cultural Ventana Literaria" de Almendralejo.

lunes, 26 de julio de 2010

LA VIAJERA EMPEDERNIDA.-

A ella le gustaba mucho viajar. No podía evitarlo, le encantaba y lo necesitaba, además podía permitírselo, en ese sentido era muy afortunada.
Lo mismo se iba a las cataratas del Iguazú que a los Alpes, a la Selva Negra que a Argelia, a las Seychelles que a los grandes lagos del Canadá o al cabo norte en Noruega.
Le gustaban muchos los atardeceres de Africa, el Danubio, el monte Rushmore, con sus cabezas esculpidas en la piedra. El Tirol, los castillos del Loira, los fiordos noruegos y los acantilados de Dover.
El castillo de Neuschwanstein le pareció de ensueño, y el Titicaca un lago impresionante.
Los bosques le encantaban sobre todo en otoño, en uno precioso de Galicia tuvo la impresión de oír hablar a los árboles.
La desembocadura del Amazonas era un espectáculo para ella y los Andes, una cordillera maravillosa.
Conocía las praderas de Wyoming junto a las montañas Rocosas, las pirámides de Egipto, el valle del Rhin, las Torres Petronas (las más altas del mundo) en Malasia, Nazca, con sus grandes y misteriosas figuras trazadas en el suelo y que sólo se aprecian desde el aire. Teotihuecán, con sus pirámides del Sol y de la Luna. El Taj Mahal; la Patagonia, la gran muralla China y la isla de Pascua. Los campos de tulipanes le recordaron el arco iris. De Brooklin guardaba muy buenos recuerdos, y aunque sólo fue una vez, esperaba volver algún día.
En un oasis del Sáhara comió dátiles recién cogidos del árbol y conoció a un Tuareg que le contó su vida. Otro día le apeteció irse a Samoa y se fue.
En Alaska hacía mucho frió, pero ella estaba muy bien abrigada y no lo notó, y en el viaje por el Mississipi conoció gente encantadora.
Fue a ver el roble centenario de Guernica, cuando era pequeña de la mano de su maestra, Dª Concha, a la que nunca podría olvidar.
En un crucero por el Caribe, le sorprendió un hombre viejo que había pescado un pez enorme, y en un parque cerca de Tilburg disfrutó como una niña pequeña.
En fin, siempre que podía hacía un viaje del que no tardaba mucho en volver. Ni siquiera hacía las maletas, eso carecía de importancia para ella. No podía pasar mucho tiempo sin hacer alguna excursión; además lo necesitaba para evadirse, ésta era su válvula de escape.
Otras personas sueñan con un chalet en la playa, un buen coche, un visón, joyas... ella no, ella sólo quería viajar, era su ilusión y por eso cuando empezaba a aburrirse se preparaba un itinerario, no importaba donde.
Un verdadero placer visitar el Himalaya y el Tíbet, el Machu Pichu la cautivó.
Gracias a una amiga descubrió regiones maravillosas de la selva del Amazonas, desde entonces Brasil ejerció sobre ella una especie de fascinación, un atractivo especial. La ayudó también a comprender cómo funciona un canal, el de Panamá que también visitó y aprovechó para conocer además el de la Mancha, el de Suez, el de Corinto y el de Mozambique.
Le encantaban los documentales de televisión dedicados a otros países y en cuanto podía, se iba a conocerlos.
Le gustaba mucho un buen libro, la buena música, el buen cine, pero viajar lo que más. Se documentaba un poco y se iba a recorrer mundo del que conocía gran parte.
También visitó el planeta Marte y vio sus dos satélites, Fobos y Deimos, que tampoco estaban nada mal.
De tanto viajar conocía las capitales de todos los países del mundo. Su debilidad, VIAJAR...¡le gustaba tanto!.
Cuando pasaba por una agencia de viajes cogía un catálogo lo hojeaba para ver dónde podría ir esta vez, aunque fuera un momento. Lo mismo le daba un continente que otro, todos tenían un encanto especial , y muchas maravillas para descubrir.
No le importaba su miedo a volar, ni le importunaba la hora de salida, realmente eso nunca fue inconveniente para ella.
Y es que, consciente de sus limitaciones, y a no ser que le tocara "una primitiva" (cosa más que improbable debido al fastidioso cálculo de probabilidades) a ella le bastaba con coger un catálogo (tenía muchos) un Atlas, un globo terráqueo, su diccionario o el libro que estuviera leyendo en ese momento y sentada en su sillón, y sin moverse de casa, ir a todos esos sitios que le fascinaban, y que de otro modo nunca hubiera podido conocer.
P.D.
Podía haber incluido la frase " y una vez se fue a La Porra", hace muchos años leí el libro de Alvaro de Laiglesia "Los que se fueron a La Porra" (que era una ciudad) aunque me reí mucho no me parecía una frase seria (¿o sí?) por si no la consideráis incongruente, aquí os la dejo .

Juana-Maria Venegas Rodríguez. Almendralejo 15 - 10- 03

2 comentarios:

  1. Enhorabuena querida companera muy bonito,es un placer leer tus escritos y te deseo "feliz verano"
    besss...

    ResponderEliminar
  2. Fantástico, querida amiga y compañera. Excelente narración donde vienes a decir que, la imaginación salva todos los obtáculos: económicos, de salud, etc, etc.
    Te felicito de corazón, J.Mari.
    En el comentario al poema de concha puse un poema mío, por si quieres leerlo.

    Un gran abrazo.

    Mary

    ResponderEliminar